“Un campesino, que luchaba contra muchas dificultades,
poseía algunos caballos para que lo ayudasen en los trabajos de su pequeña
hacienda.
Un día, su capataz le trajo la noticia de que uno de los
caballos había caído en un viejo pozo abandonado. El pozo era muy profundo y
sería extremadamente difícil sacar el caballo de allí.
El campesino fue rápidamente hasta el lugar del accidente, y
evaluó la situación, asegurándose que el animal no se había lastimado.
Pero, por la dificultad y el alto precio para sacarlo del
fondo del pozo, creyó que no valía la pena invertir en la operación de rescate.
Tomó, entonces, la difícil decisión: Determinó que el
capataz sacrificase al animal tirando tierra en el pozo hasta enterrarlo, allí
mismo.
Y así se hizo. Los empleados, comandados por el capataz,
comenzaron a lanzar tierra adentro del pozo de forma de cubrir al caballo.
Pero, a medida que la tierra caía en el animal este la sacudía y se iba
acumulando en el fondo, posibilitando al caballo ir subiendo.
Los hombres se dieron cuenta que el caballo no se dejaba
enterrar, sino que, al contrario, estaba subiendo hasta que finalmente…
¡CONSIGUIÓ SALIR!
Si estás “allá abajo”. Sintiéndote poco valorado, y los
otros lanzan sobre ti la tierra de la incomprensión, la falta de oportunidad y
de apoyo, recuerda el caballo de esta historia. No aceptes la tierra que
tiraron sobre ti, sacúdela y sube sobre ella.
Y cuanto más tiren, más irás subiendo, subiendo, subiendo,
subiendo. Sonriendo, sonriendo, sonriendo… “
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